En la intimidad compartida debe existir un nivel de sinceridad que haga que cada uno sea vulnerable al otro. La intimidad física también involucra la unión de las emociones tanto como de los cuerpos. Las emociones le dan color a la vida. Muchas parejas se pierden la intimidad emocional porque uno de ellos o los dos no realizan un esfuerzo consciente para desarrollar la intimidad bajando barreras y derribando paredes.
Aun cuando las barreras no sean un problema, las emociones de un hombre y de una mujer pueden encontrase a diferentes niveles de intensidades. La prioridad de una mujer puede ser la intimidad física. Cuando una pareja aprende a compartir el nivel emocional y puede entender y experimentar los sentimientos de cada uno, se encuentran bien encaminados hacia la verdadera intimidad.
Cuando una pareja aprende a compartir el nivel emocional y puede entender y experimentar los sentimientos de cada uno, se encuentran bien encaminados hacia la verdadera intimidad.
La intimidad sugiere una relación personal muy fuerte, una cercanía emocional especial que incluye comprender a alguien que es muy especial y que esa persona lo comprenda a uno. La intimidad también se ha definido como un “lazo afectivo, cuyas hebras se componen de la preocupación mutua, la responsabilidad, la confianza, la comunicación abierta de sentimiento y sensaciones, como así también del intercambio sin defensas de emociones significativas”. Intimidad significa arriesgarse a estar cerca de alguien y permitirle que entre dentro de sus límites personales.
La intimidad requiere vulnerabilidad, pero también requiere seguridad. La apertura puede producirnos temor, pero la aceptación que cada uno ofrece en medio de la vulnerabilidad proporciona un maravilloso sentido de seguridad. Las parejas que gozan de intimidad se pueden sentir seguras; tal vez, expuestas, pero a la vez completamente aceptadas.
Muchas veces se supone que la intimidad se produce automáticamente entre dos personas casadas, pero he visto muchos que están casados y son “desconocidos”. He hablado con muchos esposos y esposas que se sienten aislados el uno del otro y solitarios, incluso luego de muchos años de matrimonio. He escuchado declaraciones tales como: “Compartimos la misma casa, la misma mesa, y la misma cama, pero bien pudiéramos ser desconocidos” “Hemos vivido juntos durante 23 años y todavía no conozco a mi cónyuge mejor que cuando nos casamos”. “Lo que me duele es que podamos pasar un fin de semana juntos, y sin embargo, me sigo sintiendo sola. Pienso que me he casado con alguien que hubiera preferido ser un ermitaño en algunos aspectos”.
La intimidad no es automática. La comunicación es el vehículo para crearla y mantenerla, y es el medio por el cual conocemos a otra persona.
No hay comentarios:
Publicar un comentario